Entre las características físicas que contribuyen a hacer que una persona nos resulte atrayente (o repulsiva) hay algunas que son incontrolables a causa de su predeterminación (como la forma del cuerpo, estatura, color, blanco de los dientes...) o por su relación con hechos que escapan a nuestro control (ataques a la integridad corporal por efecto de enfermedades, accidentes...). Pero la mayor parte de los atributos físicos que definen nuestro cuerpo son modificables voluntariamente.
En el siglo XX se ha llevado a cabo una constante manipulación de nuestra apariencia. Lo que distingue a nuestra época de las anteriores, ya no es tanto la diversidad de las intervenciones practicadas en el cuerpo sino la finalidad, la mayoría de las veces estética: una presentación, o representación, de uno mismo/a atractiva, agradable para los demás, algo altamente recompensado actualmente. Del mismo modo, un aspecto poco agraciado es tan castigado en nuestra sociedad que las metamorfosis corporales actuales están dedicadas casi exclusivamente al embellecimiento.
Nos gustaría diferenciar entre dos tipos de modificaciones corporales. Por un lado estarían las aloplásticas, son todas aquellas transformaciones que se deben a objetos y materiales exteriores como las máscaras, vestidos, maquillaje, peinado... Estas modificaciones son las más frecuentes en nuestra cultura y están consideradas como "las máscaras del cuerpo", metamorfosis efímeras, superficiales (la piel siempre permanece intacta) y que pueden repetirse indefinidamente.
En el otro lado estarían las trasformaciones autoplásticas. Éstas conciernen directamente al cuerpo, fueron y son relativamente frecuentes en los pueblos primitivos y tienen que ver con:
A
Las perforaciones (body piercing) en distintas zonas del cuerpo en las gue se insertaban adornos de madera, metal o piedras preciosas.
B
Las deformaciones: labios, orejas, senos, cráneo y cuello (en África y en Tailandia "Long Necks"), pies (en China...)
C
Las mutilaciones (circuncisión, ablación).
Hoy en día se siguen practicando y parece haber un creciente aumento de modificaciones como el body piercing, los tatuajes, cutting, branding, implantes y, cómo no, la autoplástia por excelencia del aspecto físico, la cirugía estética. Muchas de estas modificaciones autoplásticas no son algo nuevo sino que son intrínsecas a la naturaleza humana.
El hombre es la única criatura del planeta que decide manipular su propia apariencia y además, tiene el control de esta transformación. El hecho de que podamos modificar voluntariamente nuestro cuerpo es, según recientes descubrimientos en los campos de la etnología y la antropología, el rasgo principal que nos diferencia de los otros animales.
Muchos nos preguntamos el porqué de todas estas transformaciones o el sentido que tienen para uno mismo. Según Schilder (1968), el hombre trata por medios objetivos de modificar su imagen del cuerpo. Estas metamorfosis o transformaciones serían en sí mismas fuente de placer, en virtud de un juego permanente de extensión y de retracción del cuerpo, que nos permite triunfar sobre nuestros límites corporales y al mismo tiempo dominar los cambios que pudieran amenazar a nuestro cuerpo.
Otros autores como Argyle (1975) pensaban que la modificación voluntaria del aspecto físico debe considerarse como una forma de expresión no verbal, que sirve como vehículo de diversas informaciones de uno mismo y constituyen un grupo de señales que indican el grupo al que uno pertenece, la edad, el sexo, el estatus y rol social, y la personalidad del que las emite. Este cuerpo "público", de algún modo destinado a las miradas de los demás, probablemente será un indicador de los sentimientos que el individuo experimenta respecto a su cuerpo y a sí mimo, y también un reflejo de los sentimientos e imágenes que desea suscitar en los demás.